Un galardón a toda una vida: esta es la historia de la pareja que lleva décadas formando atletas en Avilés
«Esto me da vida. ¿Cómo no voy a venir todos los días?» Como hacen casi todos los días, Ernesto González y María Teresa García llegan a las pistas de atletismo del Yago Lamela. Con ellos van una marabunta de niños. «Tere, ¿cuántas vueltas doy? Ernesto, ¿hoy cómo me ves?». El matrimonio, de 68 y 66 años, atiende a todos los niños con una sonrisa en la boca antes de sentarse en una de las gradas del estadio. «Yo soy muy niñero, por eso me encanta estar aquí», reconoce González. Ambos recibirán este viernes el reconocimiento del deporte avilesino por toda una vida en el mundo del atletismo, ya que por sus manos ha pasado gran parte de la cantera de atletas que tiene en la ciudad. «Lo agradecemos muchísimo. Tenemos que dar gracias a nuestra familia, porque todo esto conlleva estar mucho tiempo lejos de casa», confiesan ambos. «Había hecho ciclismo y atletismo de guaje en el Ensidesa, pero de chaval lo dejé. Probé con el fútbol, pero no funcionó», recuerda González sobre sus inicios en el atletismo. Pero, tras casarse, hace ya 47 años, volvió a calzarse las zapatillas. «En mis comienzos vivíamos en La Carriona y ahí, gracias a Miguel Sama, que fue uno de los creadores de la Atlética, volví a las pistas», explica el avilesino. La relación entre García y el atletismo tardó un poco más en funcionar. «Yo de primeras iba a acompañarlo y a verle, pero me aburría. Entonces, poco a poco, empecé a probar, y me gustó», indica. El punto de inflexión estuvo en una carrera en Valladolid, en la que González quedó tercero y García primera, cada uno en su categoría. «Como no me iba a enganchar, si acabé ganando», bromea la atleta.
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