25 de septiembre de 2011. Es la fecha sobre la que pivota todo este texto. Sobre la que gira toda la hechura de un personaje que ya está dentro de la historia del atletismo. Sobre la que se inventa un récord.
Patrick Makau Musyoki. Nacido el 2 de marzo de 1985 en la localidad de Manyanzwani, en la llamada Provincia Oriental de la República de Kenia. No es el ejemplo de biografía de atleta africano. Más bien, representa al estereotipo de fondista del altiplano más actual, y que lleva asomando las fauces durante el último lustro. No posee victorias descomunales ni tiempos estratosféricos en pista siendo adolescente o juvenil. Comenzó a destacar (ligeramente) más bien tarde, y tuvo siempre una idea clara en la cabeza: «Empecé a correr para huir de la miseria en la que se encontraba mi familia, buscando una vida mejor. Nunca pensé en la pista. Empecé a correr maratones seriamente porque ahí hay mucho más dinero que en la pista, y mi familia, que era muy pobre, necesitaba dinero, y ni podían mantenerme, ni yo podía mantenerlos a ellos».
En 2006, comienza a ganar carreras medianamente importantes en las que participa (Medio Maratón de Tarso, 25 kms de Berlín, 10 kms de Londres y de Swansea), y al año siguiente, se destaca en el Medio Maratón de Ras-Al-Khaimah (Emiratos Árabes), finalizando segundo con una fantástica marca de 59:13. No sería excesivamente significativo si no fuera porque, en esa misma carrera, el fallecido Samuel Wanjiru conseguía, con 58:53, el récord del mundo de la especialidad. Para Makau Musyoki (su nombre completo), Wanjiru es un auténtico ejemplo a seguir: «la revolución del maratón empezó con él; Wanjiru nos mostró el camino a los jóvenes. Él fue quien me inspiró».
Pero es en 2009 cuando su nombre empieza a sonar con fuerza en los circuitos especializados. Debuta en maratón, terminando cuarto en Rotterdam con 2h06:14, que supone a día de hoy, la tercera mejor marca de la historia para un debutante. Sin embargo, cogiéndole gusto a la prueba holandesa, al año siguiente se produciría su consagración en el circuito mundial. Volvía a presentarse en Rotterdam en abril, ganando con 2h04:48, y ratificaba su excelente forma con la victoria en septiembre en Berlín, con 2h05:08, ambas por delante de su compatriota Geoffrey Mutai. Makau concluía el año 2010 siendo elegido como ‘Atleta del Año’ por la AIMS (Association of Internacional Marathons and Distance Races).
2011 iba a ser su año. Con un par de apariciones muy discretas durante la temporada pre-estival, su objetivo iba a ser, de nuevo, el maratón de Berlín. En este caso, el gran Haile Gebrselassie, poseedor hasta ese momento del récord del mundo, conseguido en esa misma ciudad tres años antes (2h03:59), su máximo rival.
Y el universo atlético asistía a una carrera en la que se daban las condiciones, teóricamente, óptimas para una marca magnífica. La fecha, 25 de septiembre de 2011. Ausencia absoluta de viento, temperatura por debajo de los 20 grados, humedad más bien baja… y un gran nivel de participación y de ‘liebres’. Tras varios cambios de ritmo en zig-zag pasado el ecuador de la carrera, en torno al kilómetro veintisiete, Makau rompía totalmente a Gebrselassie. El ‘Emperador’ etíope se veía obligado a parar durante unos minutos, víctima de los problemas físicos, y de la dureza del ritmo impuesto por Makau. Podía continuar, abandonando pasados unos kilómetros, planteando la imagen una confirmación de lo que estaba por venir, un nuevo récord. «Soy muy fuerte, y esa fue la clave para los cambios de ritmo con los que rompí a Haile (…) En una carrera, primero hay que derrotar al rival, y después de derrotarlo, ir a por la marca. Así lo hice en Berlín, donde corrí para cansar y romper a Gebrselassie. Si hubiera corrido de otra manera, pensando desde el principio en el récord mundial, habría bajado la marca medio minuto por lo menos».
La gesta no se resume en una marca concreta, 2 horas, 3 minutos y 38 segundos. Histórica, estratosférica, de otro planeta. Sino que se puede desgranar aún más (los pasos cada 10 y cada 5 kms, hasta el km 40):
1ª media maratón: 1h01:44
2ª media maratón: 1h01:54
Cada 10 kms: 29:17 – 29:13 – 29:08 – 29:57
Cada 5 kms: 14:37 – 14:40 – 14:35 – 14:38 – 14:48 – 14:20 – 14:58 – 14:59
En primer lugar, las dos medias maratones. La premisa perfecta para cualquier competencia de este tipo: más o menos (y teniendo en cuenta la dureza de un maratón y sobre todo, de la segunda parte de la prueba) doblar las dos mitades. Y los cuatro fragmentos de 10 kilómetros, tremendamente uniformes, dato que se confirma buscando el detalle en las ocho partes de 5 kilómetros. A destacar, el tramo entre el kilómetro 25 y el 30, donde un parcial de 14 minutos y 20 segundos es el que decide absolutamente el devenir de la prueba. Que precisamente en ese momento de la carrera Makau consiguiera el parcial más rápido, revela una idea, tanto de la fortaleza mental del keniano, como de su extraordinaria preparación física para aquella prueba. La media total, y aquí viene uno de los datos más apabullantes, 2:56 por kilómetro. Más de 20 kilómetros por hora. 100 metros en 17.5 segundos. 200 metros en 35 segundos. Durante 42 kilómetros. Una auténtica salvajada. «Vine a Berlín a ganar. A partir de la segunda mitad de la prueba vi que podría batir el récord del mundo. Así que me concentré al máximo para afrontar el gran momento de mi vida».
Una marca que, aunque sea batida con el tiempo, que lo será, convirtió a Berlín 2011 en una carrera para el recuerdo (al hilo de esto, recordamos que el próximo día 29 de septiembre se disputará una nueva edición, en la que iba a participar Makau, pero finalmente anunció su baja por unos problemas en una rodilla. Wilson Kipsang, máximo favorito, decía hace unos días que era «perfectamente posible correr por debajo de 2h03).
Y todo esto, y ahora viene una de las mayores curiosidades de esta historia… sin entrenador. Makau comenzó, con 17 años, a entrenar seriamente, a partir de un plan de dos meses elaborado por el ex-maratoniano, también keniano —y también de la tribu Kamba, como Makau— Jimmy Muindi (2h07:50 en Róterdam 2005), que le aconsejó que lo siguiera, intuyendo el potencial del chico. A partir de ese momento, Makau comenzó a dirigir los designios de su propia carrera. «Vivo en Ngong, cerca de Nairobi, a casi 2.000m de altitud, en una zona muy montañosa. Los caminos están en cuesta, y los entrenamientos se hacen muy duros. Hago unos 30 kilómetros diarios en dos sesiones, y también hago trabajo en pista, con series para ganar velocidad. Pero no tengo entrenador, sólo manager. Yo soy mi propio entrenador».
Actualmente, el atleta que comenzó a correr para salir de la pobreza y ayudar a su familia, ingresa al año más de un millón de euros. Posee varias empresas (una de construcción, otra de productos lácteos), plantaciones de café y maíz, y también varios inmuebles. Unas 60 personas trabajan a su cargo. Su principal fuente de elogios, su mujer, Christine, «ella me cuida, se preocupa de mi alimentación y de todas las atenciones que necesito». Makau es consciente de que, habiendo entregado su físico a las pruebas de ruta desde bien temprano, su carrera será más corta. Pero también sabe que ganará más dinero. Al fin y al cabo, es la premisa por la que comenzó a correr.
«¿Las claves? Trabajo. Trabajo duro y actitud. Ah… y genética, claro».