Mario Barbosa, CEO de GO Fit: “Huimos de los clichés. En nuestras salas no encontrarás fotos de chicas ‘fit’ y chicos fuertes”
El ritmo es imparable, tanto que a veces cuesta ubicarse. En el centro GO Fit Vallehermoso de Madrid se mezclan cada hora cientos de niños recién salidos de la piscina con grupos de ancianos y jóvenes atléticos. Entre ese trajín aparece Mario Barbosa (Lisboa, 53 años), CEO de la cadena de gimnasios española, y viva encarnación de ese ritmo vertiginoso. “Hoy he estado 15 minutos en la Skillmill. Es la máquina de la muerte, pero lo importante a esta edad es entrenar la fuerza”, cuenta. Barbosa tiene una agenda tan apretada como la del centro deportivo, pero entre clase y clase se libera una de las salas y aprovecha para sentarse a comentar los retos de la fórmula GO Fit: “Huimos de los clichés. En nuestras salas no encontrarás fotos de chicas fit y chicos fuertes, esa no es la realidad. Si queremos atraer a la gente y trasformar a la sociedad, tenemos que evolucionar”.
Desde hace dos años, Barbosa está centrado en la exportar a otros países el característico modelo público-privado de la cadena. “Trabajamos con la administración para asegurar el desarrollo local y social. Gracias a concesiones de 40 años, nos encargamos de regenerar espacios públicos”, añade. Su principal objetivo ahora es Italia, donde ya están rehabilitando tres antiguos centros abandonados. También el centro Vallehermoso sigue ese esquema: se edificó junto a la parcela del entonces derruido estadio de atletismo que pocos años más tarde acabó también por reconstruirse. Ahora tiene dos piscinas, tres pistas de pádel y un spa.
Para Barbosa, este planteamiento es más necesario que nunca en un ecosistema donde cada vez crecen más gimnasios con precios desorbitados. “La competencia busca solo al público joven, pero nosotros no tenemos perfiles concretos, no hay barreras y para eso el precio tiene que ser asequible”, cuenta. Los centros deportivos GO Fit tiene la vocación de convertirse en espacios de socialización para todas las edades, de niños a ancianos. “Desafortunadamente vivimos en una época con mucha soledad y aquí la gente encuentra una comunidad para fortalecer sus relaciones”, añade. Una meta a la que solo se puede acceder por un camino: la personalización. “El ‘café para todos’ ya no sirve, hay que adaptarse a cada usuario. Por eso evaluamos las necesidades de cada uno, y después trazamos un plan específico y un seguimiento. Si no, las personas se desmotivan y se van, es muy fácil sentirse perdido en una sala de fitness”, comparte. Estos entrenamientos adaptados vienen respaldados por el Lab instalado en 2018 en ese mismo centro que, en colaboración con distintas universidades, se dedica a investigar los beneficios físicos del deporte en pacientes de Parkinson o cáncer en particular y en la salud pública en general. “En el futuro, con la esperanza de vida tan alargada, hay que trabajar desde la prevención y el deporte es la forma de hacerlo”, dice.
De pronto suena un timbre que parece darle la razón. Se retoma el movimiento y entra un grupo de personas de todas las edades charlando antes de la clase de zumba. Él también tiene que ponerse en marcha, en unas horas vuela a Italia para supervisar la expansión. “El gran reto ahora es comprobar que el modelo funcione en otros países”, comparte.