Durante el verano de 1981, Sebastian Coe iba a conseguir batir, nada más y menos, que cuatro récords mundiales en tres distancias distintas. Tras un fulgurante inicio de temporada en febrero, con un magnífico récord del mundo de 800m en pista cubierta en la localidad inglesa de Cosford (1:46.0, aún con cronometraje manual), el 10 de junio, en los 800m de Florencia, conseguía un récord que perduraría más de dieciséis años en el tiempo: 1:41.73 (ver vídeo). Sólo el talento de Wilson Kipketer pudo arrebatárselo en agosto de 1997 (ver vídeo), tras haberlo igualado apenas un mes antes (ver vídeo).
Precisamente en agosto, pero de aquel 1981, Coe conseguiría la proeza de batir el récord mundial de la milla en dos ocasiones. El 19 de agosto en Zúrich conseguía un brillante 3:48.53, marca que su más encarnizado rival, el también británico Steve Ovett, se encargaría de empequeñecer apenas siete días más tarde en Coblenza (3:48.40). Sin embargo, tras sólo cuarenta y ocho horas de suspiro, llegando al crepúsculo del día 28 en Bruselas, Coe proporcionaría un mordisco tremendo a la marca del de Brighton. Sus 3:47.33 fueron plusmarca mundial hasta que Steve Cram conseguía la barbaridad de romper, claramente y por vez primera, la barrera de los tres minutos y cuarenta y siete segundos (3:46.32).
Pero a medio camino entre los dos, el récord que ocupa estas líneas tardaría más de dieciocho años en ser batido como récord del mundo, continuando vigente a día de hoy como plusmarca continental europea.
En una distancia que resulta ya complicado ver en competición, Sebastian Coe diseñaba con precisión quirúrgica un kilómetro de ensueño en el siempre mágico Bislett Stadion de Oslo. Aquel 11 de julio de 1981 será recordado como el de los 2 minutos, 12 segundos y 18 centésimas. Nadie había corrido un kilómetro por debajo de los ciento treinta y tres segundos. Sólo Noah Ngeny (en dos ocasiones; la segunda de ellas en el 2:11.96, el 5 de septiembre de 1999, en la ciudad italiana de Rieti, que perdura aún como récord mundial) lo consiguió con posterioridad. Curiosamente, caprichos del destino -o no- fue el keniano un asiduo usuario, casi dos décadas después, y según su entrenador, Kim McDonald, de los métodos de entrenamiento que Coe utilizara durante su carrera.
Indudablemente, poco más que añadir. La mejor opción, sin género de dudas, pasa por disfrutar de poco más de dos minutos maravillosos e inolvidables. Una de las zancadas más bellas de la historia.